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En las ciudades no puede haber batallas


Texto y fotografía de Guillem Álvarez

Mayo, 2015

El libro “Las bicicletas son para el verano” de Fernando Fernán-Gómez narra unos hechos que suceden en la Guerra Civil española. Describe cómo una familia de clase media experimenta los efectos de la guerra. En la página 51 de éste libro, Luisito, el hijo de la familia, se encuentra en un parque en medio de la ciudad con su amigo y le dice:” En las ciudades no puede haber batallas”.


Esa situación se da antes de que en el año 1936 estalle en España la Guerra Civil con el golpe de estado y después de que el mundo entero sea testigo de las atrocidades de la Primera Guerra Mundial.


En mi opinión, la frase tiene una gran importancia, ya que refleja que siguiendo la lógica de un adolescente, es inimaginable que en una ciudad se desarrolle una guerra, ya que en ella vive mucha gente y el número de víctimas es enorme, por eso se dan las batallas en el campo y se disputan las fronteras de la tierra.


Aun así, el periodo de la Guerra Civil española es cuando se empiezan a hacer guerras contra ciudades y a bombardear a la población civil, además de introducir el fenómeno de los medios de comunicación de masas, la publicidad y la información falsa masiva.


Estos hechos parecían casi imposibles pero sucedieron. Para ganar la guerra los dos bandos lucharon entre sí en diversos escenarios. El alzamiento triunfó en las zonas agrícolas y no lo hizo en las industriales, este hecho también explica en parte las batallas en las ciudades y zonas industriales, ya que en ellas dominaba la resistencia. Aun así no fue lógico, la guerra siempre es innecesaria y no se quiso llegar a un acuerdo, aunque una parte de las dos tuviese más intención de hacerlo.


Las batallas en las ciudades fueron atroces y produjeron matanzas masivas. Ciudades importantes como Madrid, donde se desarrolla la obra, fueron bombardeadas sistemáticamente por aviones y la gente se refugió como pudo, dejando numerosas víctimas sin ninguna piedad para alcanzar la victoria sin importar las consecuencias ni los hechos.

En conclusión, aunque hubiera una situación de enfrentamiento dentro de la población, no se puede justificar una guerra por diferencia de opiniones ni para imponer orden, y mucho menos se puede aceptar ningún número de muertos en guerra. También es del todo sorprendente y triste la cantidad de población civil que se vio afectada, ya que solo eran ciudadanos y no soldados. Podían seguir una ideología u otra, pero eso no justifica el bombardeo y la muerte masiva que se produjo en las ciudades.

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